Ese texto me gusta. No todos los textos me gustan. Ni siquiera los que escribì yo. Ni siquiera los que escribì yo como parte de ese infatigable refrán. Incluso, te digo más, el simple hecho de yo saber que algo forma parte del infatigable refrán, para mí, lo afea. ¡Y cómo!
Y este texto no me gusta.
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