Es una bolsa de deseo, casualmente, con forma de humano. Se cree responsable y no le gusta agacharse para hablar aux enfants. Sabe bien lo que quiere y poco y nada tiene eso que ver con que haya visto miles de publicidades sobre eso mismo que quiere. Cambia, contento, las horas feas de su vida por lindas cosas brillantes y coloridas.
Dice que es infeliz, y que podría dejar de serlo cuando pueda acumular suficientes instantes de sufrimiento como para poder cambiarlos por la más nueva, brillante y colorida de las cosas en oferta.
Comprende que no es su culpa. Eso, igual, cuando acepta que hay algo mal.
Pudo haber sido por la pobreza de su infancia, o mismo por su nariz levemente torcida. Pudo, incluso, no tener motivo. Podrìa, ¿por què no?, no haberse transformado en bolsa. Bolsa, casualmente, con forma de humano. Pero así, tiene más tiempo para lo que realmente importa: las horas eternas de sufrimiento acumulado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario