De tanto en tanto encuentro (o encontraba, y quizá vuelva a encontrar) a Pepo en otras personas, otros cuerpos, otras vidas, otras cabezas, pero Pepo al fin.
Lejos de sentirme no-especial, experimento una especie de sentimiento de hermandad virtual. ¿Cómo no sentirlo?¿Cómo no sentir una de las empatías más profundas?
Se llamará Bruno, Lucas, o peu importe cómo se llame. Es un Pepo. Y yo, supongo, quizá, un Lucas, o un Bruno. La cuestión es que somos ese. Somos eso.
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