lunes, 18 de marzo de 2013

Sentirse vacío es como el invierno a -20°C: Si no te hacés amigo, la vas a pasar mal.

sábado, 16 de marzo de 2013

De quien les habla.

Una vez cuando tenía, aproximado, a ojo, unos 9 años, desd mi cama escuché que alguien subía por las escaleras, una chica, muy linda, que creo salía con mi hermano o era amiga de mi hermana o todas las anteriores. "Obviamente,"--me dije--"esta chica viene ni más ni menos que a tener sexo conmigo". Me puse en una pose parecida a la de la minita de Titanic cuando la pinta desnuda, y esperé el momento de la verdad. En un momento dado, me dí cuenta que ese no iba a ser el momento de la verdad y que me estaba engañando a mí mismo. Menos mal, porque el momento de la verdad fue como 7 años después.
Más o menos por esa misma época, también, una maestra de la primaria, revisándome la mochila en busca de mi totalmente inexistente carpeta de matemática adelante de todos mis compañeritos, encontró un Sainte Gouchée (sandwich) de milanesa que ya estaba empezando a desarrollar vida visiblemente. Ese mismo día, y sin relación con esto otro, me hicieron pasar todo el recreo en penitencia abajo de la campana por correr en el patio del colegio.
2 años después, tuve una conversación con un muchachito que ese mismo día salió segundo en la olimpíada nacional de matemática en la que me aseguró que odiaba la matemática, que a él le gustaban las chicas y el porno. Hoy día estudia derecho.
Después de un mes de estar internado, volví al colegio, y mi mejor amigo de ese entonces me quiso abrazar, y yo escapé corriendo por el patio. Que me haya perseguido fue la mejor bienvenida que pude tener. Pasé el primer y segundo recreo abajo de la campana.
En un campamento del colegio, cuando tenía quizá 8 años, durante un juego entre dos equipos, una chica, del equipo contrario, me miró y me sonrió con la sonrisa más tierna que mis ojos podían llegar a entender. Me parecía fea, pero me gustaba muchísimo. Nunca me animé a hablarle.
Cuando tenía 6 años, mi mejor amigo de ese entonces se fue con la familia a vivir a Córdoba. Me partió el corazón. Se iba Lucas, no lo podía creer. Su último fin de semana en Buenos Aires, fuimos a su casa, 3 amigos y yo. Me acuerdo que en su habitación tenía una red muy grande, que funcionaba como cama. Me pareció la mejor habitación del mundo. Nunca volví a saber de él, pero me sigue gustando la idea de la red.
Uno de mis primeros besos fue con una total desconocida, en la unión entre dos vagones de un tren en movimiento, después de juntar valor para ir a hablarle durante dos horas. Estuve orgullosísimo todo el viaje. No le conté a nadie hasta años después. Al otro día Dante Mazzini quedó en segundo lugar en la olimpíadas matemáticas argentinas.
Me pasó con dos chicas distintas, y con años de diferencia, violar la misma propiedad privada, y salir huyendo. La segunda vez tuve más miedo. No pude ni darle un beso a ninguna de las dos chicas, imagino, que porque no me animé. Solo a una de ellas, mucho tiempo después, sí besé. La otra creo que hace poco tuvo un hijo, o algo así.
Una sábado a la noche, yo tenía 4 años, estaba jugando en la escalera de mi casa con dos amiguitos, hijos de amigos de mis padres, casualmente de mi misma edad. Uno de ellos, al poco tiempo se mudó a Estados Unidos y nunca más volví a saber. Los otros dos nenitos que ahí estábamos esa noche, ahora vivimos juntos en Canadá.
Siempre que hacían algún tipo de reunión social en mi casa, y dejaban en el garage 20 sillas de plástico desparramadas, cuando todos se iban a dormir, yo, comiéndome la comida que hubiese sobrado (sanguches de miga, de preferencia), reordenaba las sillas de forma que imitasen el contorno de lo que claramente era UNA NAVE ESPACIAL. Y jugaba por horas como un champion a estar en la nave. Qué maestro.
Una vez estábamos jugando con un amigo un juego en el que éramos una especie de violadores intergalácticos, o algo así, y resulta que íbamos a planetas random a, según decíamos, tener sexo desenfrenado con las mujeres del lugar. Entre otras cosas, teníamos la habilidad de mandarnos como mensajes de texto, pero telepáticamente. Era un juego parecido a lo que solíamos jugar. Pero ese día tuvo la particularidad de que él me mandó un mensaje de texto a mi mente que decía "No juego más". Yo re quería seguir jugando. Qué mal. Hoy día, uno de nosotros es puto y el otro está en Canadá.
Mi primer trabajo pago para alguien que no era mi mamá, fue organizando libros en una editorial en la calle Juan Carlos Gomez 125. Ese día a la noche, y con la jugosa paga en nuestras manos, fueron a mi casa por primera vez quienes se convertirían en mis mejores amigos sin duda. Llegamos los tres a mi casa con abundante vino, y habían hecho papas fritas. La casa estaba llena de gente. Mi vieja no estaba. Hoy día, hay dos de esos de tres chicos todavía no nos suicidamos.
Estábamos en una mala racha. Hacía dos fiestas que ninguno de los dos le daba un beso a una chica. El asunto nos estaba empezando a poner mal. Fuimos a una fiesta con los muchachos. La fiesta era un pequeño club de barrio, y la cerveza estaba 2x1. Nos volvimos a encontrar afuera. Él me dijo que estuvo con una rubia. Yo le dije lo mismo. Días después, nos enteramos que estuvimos con la misma rubia. Esa chica, hoy día, tiene un innegable parecido con Mariana Fabiani.
Llegamos a la casa de un amigo, cuyos padres estaban de vacaciones. Nos abrió un amigo nuestro en bata, fumando porro. Buena señal. Cuando entramos al departamento, nos dieron un papel, donde había que anotarse si te querías cojer a la mina que se escuchaba gemir a una pared de distancia. Sin dudar, agregamos nuestros dos nombres. Él tachó el mío para ponerse él primero. No le llegó el turno a ninguno de los dos. Esa misma noche, el dueño de casa me dijo "nunca estuve con una mina que se moviera tan poco, me sentí un poco necrofílico". No sé absolutamente nada de ese muchacho. Le deseo lo mejor.

Espero no borrar este blog como borré el otro.

jueves, 7 de marzo de 2013

This is far from being "Whiteness witness"


We shall not forgive the innocents for what they haven't done, and certainly don't get used to ideas we didn't look for.
Lying to the mirror is as much a lie as it is worshiping it, even when it's cloudy and messy and you give yourself the non-sensest speech your sweet and lovely first girlfriend could ever hear in her entire, sleep-as-much-as-you-can-to-bear-the-week life.
Since preaching with the example is exactly what they shouldn't be doing, I'll erase this words and none of you will ever read them. Not even myself.
The engines of their trains are roaring in silence. The peaks of our graves have been climbed by our youngest and most reckless children, tearing apart the underwear of our deepest shyness. Beloved are those who attempt to poison and destroy my brothers.
Humming my own Requiem, my ribs are leaving their places. My teeth, they won't stand much longer. Will my eyes fall? Luckly, by now, it happened only a few times.

For I am a whiteness witness.

Since I don't have you, my lyrics are better.

Peace out, m'boys.